martes, diciembre 01, 2009

Un texto para compartir


para ustedes, mis alumnos, porque logramos cosas especiales
Llega a mis manos este soneto que verán al final del post, y me hace pensar en ciertas vivencias. Me sirve para confirmar una vez, que el no saber aprovechar lo que se tiene, el correr tras aquello que no es prioritario es una condición universal. El ser humano suele alimentarse de fantasías o apostar sus cartas a aquello que muchas veces no vale la pena. A la vez me queda claro que la vida nos da lecciones maravillosas y que en muchas ocasiones las aprendemos un poco tarde.

Trabajar con adolescentes a veces es triste. A pesar de que ellos se sienten incomprendidos, a veces los incomprendidos somos nosotros: las lecturas que hacen de nuestros mensajes son erróneas y terminan trastocando lo que queremos que entiendan en palabras erráticas. Inclusive, en esta loca carrera que tienen algunos por creer que lo pueden todo, que lo dominan todo, de vivir la ilusión que no necesitan a nadie y se bastan ellos mismos, desoyen palabras valiosas, ignoran gestos cariños y desconocen los límites que son necesarios para una convivencia pacífica y segura. A veces es triste trabajar con adolescentes puesto que uno ve, uno es testigo cercano de los errores que comenten y es imposible transmitirles aquello que nosotros ya vivimos, aquello que nosotros perdimos, aquello que nosotros recobramos.
La ley de la vida, nos enseña que ellos mismos deberán pues pasar por el camino, caer y levantarse, sufrir, llorar y esperar que las heridas se curen... si lo logran. Ellos mismos confirmarán que esta jornada no es fácil, confirmarán que tienen que mirarse por dentro para conocerse y ser capaces de aceptar sus limitaciones. Nosotros los adultos solamente observamos a la distancia, callamos sus desprecios, celebramos sus logros, compartimos sus tristezas y apretamos los labios al ver sus frustraciones.
Otro grupo parte a vivir la vida, otro grupo que llevo en el corazón.

Si para recobrar lo recobrado
debí perder primero lo perdido,
si para conseguir lo conseguido
tuve que soportar lo soportado,

si para estar ahora enamorado
fue menester haber estado herido,
tengo por bien sufrido lo sufrido,
tengo por bien llorado lo llorado.

Porque después de todo he comprobado
que no se goza bien de lo gozado
sino después de haberlo padecido.

Porque después de todo he comprendido
que lo que el árbol tiene de florido
vive de lo que tiene sepultado.


Francisco Luis Bernárdez

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