Seguramente esta publicación caerá como plomo en estos días... pero qué le vamos a hacer: la gente que me conoce bien, lo sabe y sigue queriéndome igual. ¡A mí la Navidad NO me gusta!
Cuando alrededor de octubre algunas tiendas ya empiezan a cambiar de lugar su mercadería y el verde/ rojo empieza a primar en la decoración, yo comienzo a enroncharme, se me baja la presión, necesito un Gravol, y mi sentido del humor empieza a sufrir ciertas modificaciones sospechosas: una crisis larga se avecina, ¡LLEGÓ LA NAVIDAD! y cada vez se adelanta más.
A medida que estos adornos van colmando los espacios y el tan manoseado espíritu navideño invade la ciudad, yo me voy retrayendo y pensando en las mil y un maneras de esquivar el impase. No obstante es inútil. Solo me queda observar lo que ocurre a mi alrededor.
Cada vez las campañas navideñas son más agresivas, nos meten por los ojos árboles, luces, bolas, renos, muñecos y cuanto adorno se le ocurre a la gente.
Existen los que se sufren una especie de "metamorfosis positiva" -según dicen- en esta época del año, corren por comprar un regalo, por comprar comida, por colaborar con las campañas navideñas de los necesitados (a los cuales han olvidado 11/12 del año). Quieren limpiar sus conciencias, acordarse del pariente solitario y desvalido, inclusive se convierten en presidentes de una suerte de sociedad protectora de animales (racionales) y deciden que todo aquel que esté solo debe pasar la Navidad con alguien.
Fiesta de unión, le llaman, y a veces me parece tan irónico ese nombre. Muchos justifician la fiesta para meterse la borrachera y tragadera de su vida porque sí que hay esmero en cocinar ese día. Fiesta de unión, cuando lo que más preocupa es qué le regalo a quién, o qué me regaló quién. Fiesta de unión, cuando la gente putea en la calle porque hay más tráfico, más delicuencia, más tumultos. Fiesta de unión, cuando terminan sentándose en una mesa personas que no se han soportado en todo el año -dizque todo se perdona ese día-. Fiesta de unión, cuando muchos se sienten obligados dividirse entre diversos sitios y correr por toda la ciudad para que nadie se resienta.
Fiesta, de acuerdo, pero cada vez más materialista y llena de pecados capitales. Pero bueno, yo respeto todas la opciones, son válidas para quien las vive. Sin embargo, siento que las mías no son respetadas, porque obviamente soy un ave raris.
Nunca tuve espíritu navideño, ¿tendré algún trauma infantil?. En casa no recuerdo haber visto jamás un árbol decorado, solo el nacimiento, cosa que me pareció y parece totalmente razonable. La Navidad celebra al fin y al cabo la llegada al mundo de alguien que según manda la teoría y la fe, se sacrificó por la humanidad y nosotros celebramos con despilfarro, estrés e indigestión.
A veces siento que en la Navidad solo cumplimos roles por obligatoriedad, como tantas veces en la vida, por ello recuerdo la letra de una canción del maravilloso Serrat cuando sugiere a un ejecutivo: "¿no le gustaría no ir mañana a trabajar y no tener que darle a nadie excusas para jugar al juego que mejor juega y que más le gusta?" Sería ideal poder hacer lo que a uno le venga en gana siendo feliz sin molestar a nadie; pero no se puede, es políticamente incorrecto y familiarmente condenable. Yo no pierdo las esperanzas de hacerlo algún día.
¡Mericrismas!
por Claudia C
3 comentarios:
100% de acuerdo...
Mi querida Clau,
A mi tampoco me gusta el despliegue de consumismo que se hace estas fechas. Me da pena como se usa esta fecha para vender mas y se pierde la esencia de la misma.
Sin embrago, tengo que rescatar que no todas las personas celebran esta fiesta de manera tan superficial. Hay quienes a lo largo de todo el año han sido coherente en sus sentimientos de caridad y en su actuar de dar; y, por lo tanto, la navidad significa una alegria desbordante por el nacimiento de la esencia de su fe.
Creo que puedes fastidiar a muchos con tu nota; al que le cae el guante... Tambien creo que hay otros, como yo, que felicitan este jalon de orejas.
Un beso,
Ana O
Querida
Muera el mercantilismo, larga vida al espíritu.
Felices fiestas, incluso a todos aquellos que no tienen, no quieren, o no pueden ser felices ... para que tarde o temprano lo logren.
Valor
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