sábado, febrero 09, 2008

Cuestión de equilibrio

Una adolescente me contaba que le había dicho esto a un chico: no puedo ser tu enamorada porque eres mi mejor amigo.
Recordando aquella inocente conversación en una mañana invernal me puse a pensar en el equilibrio peligroso que se logra cuando hablamos de amistad (REAL) entre un hombre y una mujer. Es dable, pero para ello tiene que pasar por varios procesos.
La generación actual vive ese proceso de manera más natural, los chicos ahora viven en una maravillosa democracia sexual en donde todos son iguales. La educación mixta que predomina en la mayoría de los colegios ha contribuido a ello, además de padres y madres que crían a sus hijos e hijas con igualdad de derechos. No obstante, sé que estoy hablando de una minoría.
Quizás en nuestra generación (la mía) tener un amigo/a del sexo opuesto es más complicado. Seguimos viviendo en una sociedad condicionada por varios prejuicios, entre ellos el machismo y para algunas personas seguirá siendo particularmente sospechoso que exista un hombre y una mujer que salgan juntos sin ningún interés sexual. Amigos que se cuenten confidencias, amigos de ida y vuelta, amigos que sean capaces de "cuadrarte" si lo necesitas. Amigas que funjan de amigos y amigos que funjan de amigas. Hay maridos que no conciben que sus esposas tengan un amigo (salvo que sea homosexual) y ni decir de las esposas que le prohiben a los maridos tener amigas.
No sé donde leí algo como esto -advierto que no puedo hacer la cita correspondiente porque ya rehice el texto hace algún tiempo atrás-:
La amistad entre el hombre y la mujer no es otra cosa que un amor en medio del camino. No es cálida fraternidad ni compañerismo; es puro amor, amor genuino, amor cautivador, romántico amor, amor en serio. Es el mismo sentimiento, pero con fronteras más cercanas. Es un pacto tácito entre dos personas que se gustan lo suficiente como para pasar tiempo juntas, pero no para compartirlo todo. Es un romance con muchos “peros”, pero un romance al fin y al cabo. Es cuestión de suerte o del destino manejado por los dioses, pero siempre existe la posibilidad, de que aquel amigo que ayer era demasiado peligroso, hoy sea absolutamente perfecto.
En contraposición con el texto anterior yo soy una creyente confesa y practicante de que es posible tener una cálida fraternidad y compañerismo entre una mujer y un hombre. Tengo amigos realmente maravillosos, he tenido mucha suerte en encontrar hombres sensibles (que se hacen los fuertes) en los que he podido confiar y me conocen realmente como soy. Amigos con los que me río a carcajadas pero que en ocasiones me han dado un brazo muy fuerte y preciso para apoyarme.
Tengo más suerte aún porque alguien que empezó siendo otra cosa terminó siendo mi mejor amigo y vivo con él.

1 comentario:

Alberto dijo...

No tengo mucho que decir al respecto, pero me encanto lo que escribiste. Es tan cierto lo que dices y es una verdadera pena que sin querer a veces rompamos ese equilibrio.