
De hecho, el tipo de vínculo que se establece entre él y ella, varían: a veces son relaciones de subordinación: renuncian a su oficio por no empañar la fama de su pareja, obviamente son las mujeres las que les han cedido los espacios a sus parejas para que esto ocurra. Es raro que un escritor o pintor aguante a una mujer que lo haga como él o mejor que él. Entonces, es obvio lo que ocurre, no?
Otras tienen relaciones de competencia (eso pasa mucho cuando los dos se dedican a lo mismo y ambos son muy competitivos) y ninguno cede. Generalmente van destinadas al fracaso o llegan a acuerdos bastante bizarros por cierto.
Por último, otras que han funcionado a las mil maravillas: la del constante y mutuo aprendizaje. Esas son totalmente enriquecedoras. Son pocas pero son...
Por otro lado, hay parejas literarias inolvidables: Otelo y Desdémona, Juan Pablo Castel y María, El Cid y doña Ximena, Don Quijote y Sancho (vale el ejemplo), Dante y Beatriz (aunque solo en la mente de Dante), Ginebra y Lancelot, Don Juan y Doña Inés (la monja), Abelardo y Eloísa, Jasón y Medea, y la que me parece espectacular: Ursula y Aureliano.
Conflictivas pues fueron, son y serán las relaciones de pareja. Mantener el equilibrio es volver a caer en la metáfora del malabarista del circo chino. Tienes que tener los platos bien acomodados, y si alguno se cae… tener la convicción de seguir adelante si el amor te lo permite y no te causa daño.
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