lunes, mayo 19, 2008

Para ser diferentes, partamos de la igualdad

Se habla mucho ahora de la diferenciación, un concepto que es considerado progresista, acorde con los tiempos, especialmente si se ve desde un punto de vista educativo. No obstante, como suele pasar con las palabras que están de moda termina siendo una especie de comodín y es utilizada para todo.
Una educación basada en la diferenciación tiene como punto de partida tomar en cuenta las habilidades propias de cada individuo, su capacidad personal, sus límites, entre otros aspectos. Respetar las diferencias y sobre ello “sacar” lo mejor que tiene cada ser humano. A ello apunta por ejemplo, la educación personalizada.
La diferenciación es sana, útil, es un logro. Sin embargo, hay que reconocer que el punto de origen es vernos como iguales, iguales frente a los deberes y derechos que hemos ganado históricamente en esta convivencia llamada sociedad. La Igualdad fue una de las grandes banderas de la Revolución Francesa… y en nombre de ella seguimos luchando.
Por ello, la diferenciación se vuelve un problema cuando recibimos un trato distinto sintiendo que ello se debe a nuestra raza, a nuestra minusvalía, a nuestra religión o a nuestro género. La diferencia es sana, la diferencia lleva al progreso, la diferencia que respeta, la diferencia que acepta y tolera. NO esa percepción distorsionada de pobrecito de ti que eres diferente, o hay que aguantarte porque eres diferente, o como eres diferente A MÍ puedo tratarte como si fueras un individuo inferior.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Diferenciación e igualdad no tienen que plantear problemas si se parte que justamente el derecho a la igualdad consiste en tratar igual a los iguales y desigual a los desiguales. En algunos aspectos las personas somos iguales, por ejemplo en nuestra condición de mujer, pero en otras somos desiguales, por ejemplo una es extranjera y otra no, o una es de una etnia u otra no. El problema es la discriminación por razón de raza, sexo, condición personal, orientación sexual, preferencia religiosa, etc. que ha sido una constante en la historia de los totalitarismos (nazismo, limpiezas étnicas), porque es institucionalizada, proviene del Estado y utiliza toda la maquinaria de éste para segregar grupos hasta el exterminio. Es el miedo al "otro", al diferente, que empieza a notarse en Europa gracias a la gran afluencia de la inmigración de los últimos tiempos. Lo preocupante es la política contra la inmigración de Berlusconi, que azuza a la misma población a echar a los rumanos de sus compamentos, sin un respeto mínimo de su dignidad como personas. Nos hace recordar el poema de Bertold Brecht: "lo echaron porque era estudiante y a mí no me importó porque no era estudiante, lo echaron porque era judío y a mi no me importó porque no era judío... ahora me echan a mí y ya es demasiado tarde...". Lamentablemente, lo malo se aprende y prende rápido. Laly