lunes, agosto 11, 2008

al fin y al cabo somos primates

El otro día escuchaba al azar ciertos comentarios sobre lo que a alguien le asqueaba de la gente. Me puse a pensar que efectivamente, ciertas necesidades físicas (por lo tanto animales), mecánicas, reflejas, etc. formaban parte de una lista de situaciones que no pueden hacerse en público porque es "políticamente incorrecto", o porque simplemente forman parte de la buena educación, o porque es una cuestión de modales reconocidos por un grupo social dominante. Sucumbo a la tentación de enumerar algunos: hurgarte la nariz, rascarte, eructar, tirarte un pedo (conozco una pareja que en más de dos décadas de matrimonio ningún cónyuge ha sido testigo de flato ajeno), defecar, (ojo que los varones meen en la vía pública se soporta), escarbarte los dientes, manosear a tu pareja -beso con lengua exagerado incluido, acomodarte los testículos, chupar los huesos de la comida, limpiarse la oreja, olerse la mano, en fin.... más de algún lector habrá recurrido a mi santo GRAVOL!!!!
Un autor al cual vuelvo de cuando en vez es Julio Ramón Ribeyro. Lo descubrí a los 15 años cuando cayó en mis manos una antigua edición de La palabra del mudo. Me impactaron mucho "Los gallinazos sin plumas", " La botella de chicha", "Fénix" entre otros cuentos... De adulta me identifiqué con¨"Sólo para fumadores" y disfruté de otros tantos más.
Revisando su producción me encontré con estas palabras y quería compartirlas con ustedes:
Luego me di cuenta de que eso no era nada del otro mundo, de que simplemente ese hombre estaba comiendo como comes tú o como yo. Lo que pasa es que nosotros no podemos soportar en los otros lo que nos es más natural. Yo no puedo ver a alguien haciendo caca, por ejemplo, o haciendo el amor o, ahora me doy cuenta, comiendo.. ¿Por qué, me pregunto? Quizás porque lo más natural, lo más necesario en nosotros es al mismo tiempo lo más animal. Esos actos nos tumban de nuestro pedestal y nos recuerdan nuestra pobre condición de mamíferos o antropoides más o menos desarrollados sujetos a las necesidades de cualquier animal de pezuña... Solo el amor, solo el amor nos permite aceptar esos actos en nuestro prójimo y volvernos tolerantes....

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