Vivir en un pueblo, vivir en una ciudad, vivir apartado de la sociedad o decir que te es ajena la opinión la gente no te libra directa o indirectamente de formar parte del cotilleo, conversación, intercambio democrático de información, loreada o como quieran llamarle a lo que el vulgar vulgo conoce por “chisme”. Ojo que siempre hay que hacer la distinción entre simplemente comentar sobre la vida ajena, y lo terrible que es difamar, dilapidar o lucubrar historias sin ningún fundamento enlodando a alguna almilla inocente.
No obstante, vivir en sociedad demanda ciertos sacrificios. En ello está la vida. Si te mudas, si cambias de pareja, si te compras una casa, si sales encinta cuando menos te imaginas, si te divorcias, y todo aquello que forma parte de tu verdad social es propiedad pública, porque somos finalmente pueblo, y víctimas del vox populi que le llaman.
Lo tragicómico de este asunto es cuando, como boomerang australiano, el chisme vuelve, es decir: resulta que te enteras que han estado hablando de ti o de tu pareja… Viene pues, la disyuntiva ¿me molesto?, ¿encaro al supuesto informante?, ¿me siento fastidiado? O simplemente deduzco que formo parte del contenido de algunas conversaciones como los demás de las mías y que por lo tanto, mientras simplemente se diga de mí la verdad ¿para qué voy a cargar mi mochila con una piedra tonta y banal?
Profundas amistades deben haber terminado en el tacho por esto. No porque alguien transmitió inocentemente información fáctica (es decir, solo hechos) sino porque justamente a veces la susceptibilidad nos juega malas pasadas y hemos sentido (y resentido) que nos han traicionado. Se sacan tontas y hasta ridículas conjeturas a las que se les da demasiada importancia porque el “tonito” que nos contaron que usó fue tal o cual, porque sentimos que se había sazonado más de lo esperado, porque supusimos que había cierto gesto irónico mientras hablaban de nuestra historia, o por lo que sea… Todo ello sólo alimenta una suerte de masoquismo puro. Parafraseando a una gran amiga mía, si la verdad te incomoda, asúmela caballero! That’s life! Al final, todo ser humano debe aceptar que por más que defendamos nuestra vida privada, vivimos en una gran vitrina. Observamos y somos observados.
No obstante, vivir en sociedad demanda ciertos sacrificios. En ello está la vida. Si te mudas, si cambias de pareja, si te compras una casa, si sales encinta cuando menos te imaginas, si te divorcias, y todo aquello que forma parte de tu verdad social es propiedad pública, porque somos finalmente pueblo, y víctimas del vox populi que le llaman.
Lo tragicómico de este asunto es cuando, como boomerang australiano, el chisme vuelve, es decir: resulta que te enteras que han estado hablando de ti o de tu pareja… Viene pues, la disyuntiva ¿me molesto?, ¿encaro al supuesto informante?, ¿me siento fastidiado? O simplemente deduzco que formo parte del contenido de algunas conversaciones como los demás de las mías y que por lo tanto, mientras simplemente se diga de mí la verdad ¿para qué voy a cargar mi mochila con una piedra tonta y banal?
Profundas amistades deben haber terminado en el tacho por esto. No porque alguien transmitió inocentemente información fáctica (es decir, solo hechos) sino porque justamente a veces la susceptibilidad nos juega malas pasadas y hemos sentido (y resentido) que nos han traicionado. Se sacan tontas y hasta ridículas conjeturas a las que se les da demasiada importancia porque el “tonito” que nos contaron que usó fue tal o cual, porque sentimos que se había sazonado más de lo esperado, porque supusimos que había cierto gesto irónico mientras hablaban de nuestra historia, o por lo que sea… Todo ello sólo alimenta una suerte de masoquismo puro. Parafraseando a una gran amiga mía, si la verdad te incomoda, asúmela caballero! That’s life! Al final, todo ser humano debe aceptar que por más que defendamos nuestra vida privada, vivimos en una gran vitrina. Observamos y somos observados.
1 comentario:
El ser el centro de las conversaciones de otros es inevitable. Yo creo que eso es un deporte nacional masivo, como el futbol.
Hay mas de uno bien aburrido en esta vida, que no tiene nada mejor que hacer que hablar del resto.
Una vez escuché una expresión que decía, "que hablen de ti, mal o bien, pero que hablen".
Eso quiere decir que estas viva, que no pasas desapercibida y que lo que haces toca la vida del resto. A alguno le parecerá bien y a otros mal, pero uno debe seguir haciendo lo que cree y como cree que debe hacerlo. Siempre siendo coherente con uno mismo y sin hacer mal a nadie.
Así que si hablan de ti, no te molestes tómalo de quien viene y se feliz.
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