lunes, diciembre 15, 2008

No tan impotentes frente a los prepotentes

Con el paso de los años me estoy poniendo intolerante para algunas cosas y más tolerante con otras. Sin embargo, una las situaciones en las que siempre siento que mi sangre hierve e inclusive se me llega a hacer un nudo en la garganta de la indignación es cuando me cruzo con alguna persona prepotente y no puedo hacer nada frente a ello.
No obstante, la vida es generosa conmigo y a veces me da la oportunidad de evitar que me sienta impotente con esa calaña de gente y logre tener una suerte de triunfo único y personal con el que me siento bien satisfecha, no lo voy a negar. Puede ser una tontería, puede ser un engreimiento de mi parte, pero en ese momento me siento bien y me es suficiente.

Situación:
Estoy en el supermercado, veo mi ticket para esperar pacientemente mi turno para hacer mi pedido de embutidos. Llegó el momento esperado, y cuando el muchacho que atiende va a decir OCHENTICUATRO, un sesentón con pinta de creerse de treinta eleva su hormonal voz de mandato y dice:
EL: ¡Dame medio kilo de jamón de prensa, ahorita que estoy apurado! (nótese que sin decir por favor, disculpe, permiso, o cualquier otro sinónimo que muestre la evidente educación que debía haber recibido por el Rolex que tiene en su muñeca).
YO: (saliendo medianamente de mi asombro y entrando en una acalorada indignación) Disculpe señor, ¿no estaban atendiendo por números? -cara del muchacho incómodo, sentimiento de “entre la espada y la pared”-.
EL: Oiga (a mí, desde luego). ¿Acaso le estoy hablando a usted? Le hablo al chico –tono enérgico, tipo: "no seas ridícula, soy the best of the best"- .
Estoy en shock, tomo aire, me pongo seguramente roja, miro al muchacho con cara de asombro, él me mira a mí con cara de disculpa y mi cerebro empieza a maquinar a la velocidad de la luz.
YO: (lanzando previamente un suspiro y tomando un tono condescendiente, bien, pero recontrabien v o c a l i z a d o) ¡Ay Dios! ¡Si hay gente estúpida en esta vida!
EL: (indignado, furioso, herido) ¡Oiga, qué se ha creído!
YO: (plena, aguda y desde luego potente): ¿Acaso le estoy hablando a usted? Le hablo a Dios.

¡TOUCHE!

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Qué buena! Ya me gustaría a mí responder así, ya vendrá el día...
(reverencia)
Es que hay cada gente...

Joel Jones Pérez. dijo...

¡Espectacular!
Tomaré nota, porsiaca.