Cuando era niña y oi por primera vez una referencia de la Segunda Guerra Mundial, no entendía muy bien lo que había pasado, seguramente en mi ignorancia e inmadurez me imaginaba a todos los países del planeta peleando entre sí...De hecho estamos hablando que era una niñez no muy lejana de las bombas de Hiroshima y Nagasaki (yo nací en el '63). Recuerdo haber visto libros, historias como la de Anna Frank y eso me ayudo a tener más piezas para empezar a ver el lado humano de una guerra, igualmente lejana, pero también a percibir cuánta maldad podía haber en el mundo. Ya en la secundaria el curso de Historia Universal, nos hacía estudiar este "hecho histórico" en el orden típico: Antecedentes, Causas, Hechos y Consecuencias. Tal vez alguno de mis amigos de tiempos escolares recordará que toda la historia la estudiamos así. Como si el pasar de la humanidad se pudiera reducir a un esquema.
He conocido y conozco a personas inmensamente sufridas y generosas de compartir sus historias familiares que tuvieron que salir de Europa en esos tiempos siendo aun niños, con la fe de encontrar una vida digna en un lejano país llamado Perú, sin conocer el idioma, dejando todo atrás. Tengo una amiga muy muy querida cuya familia de origen polaco sufrío directamente la insanía nazi en un campo de concentración.
Hoy terminé de leer un libro que me dejó triste. La historia de una niña judía y una llave. No sé cuál fue el motivo, solamente que en esas páginas el estilo, el argumento, y seguramente los simplísimos recursos narrativos me atraparon en una telaraña de sentimientos dolorosos en los que se mezclaba el miedo, la tristeza, el desgarro, la separación, la culpa... Detalles que ella no entendía: la violencia, las palabras, la estrella amarilla.
"La llave de Sarah" mueve muchos sentimientos y por esas razones coyunturales, me los movió a mí. Me encontré pues, con una novela que quería seguir leyendo, que no quería que se acabara y a la vez deseaba saber cuál iba a ser el desenlace. Una lectura rara, porque a la vez no podía evitar considerar que la novela en algunas partes llegaba a ser hasta cursi.
La columna vertebral de este texto es inevitablemente humano, duro, mueve una de esas heridas y deudas que la humanidad no va a cerrar jamás. Vuelve a cuestionar lo ocurrido asumiento aquellos que fueron activos y aquellos que peor aún, fueron pasivos...
Hoy cerré una novela que me dejó triste y no era porque noviembre nos sorprendió con un día gris, húmedo y frío.
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