En contables ocasiones me sucede que por mil y un motivos o simplemente por ninguno no me provoca leer, nunca he creído en la excusa: no tengo tiempo. Contradictoriamente a lo que me pasa en otras ocasiones, leo compulsivamente y me re-enamoro de la lectura como si fuera una adolescente. Paso contando las horas que me faltan para ponerme nuevamente frente al libro que estoy leyendo. Me invade esa sensación de querer irme a casa para estar sola con esos párrafos que al estar contándome una historia nueva han logrado que caiga en una deliciosa maldición que me esclaviza.
Es cierto, eso no ocurre con todos los libros. Hay solo algunos que (en mi caso) logran hacerme sentir esa sensación. Me pasó por ejemplo con La sombra del viento hace un par de años, con El vuelo de la reina, con Amores que matan, con El nombre de la rosa, con Soldado de Salamina, con La tregua, El túnel, Caronte aguarda, La tabla de Flandes, entre muchos otros. Me pasa con los textos de la Montero, algunos de Vargas Llosa, algunos de García Márquez, algunos de Iwasaki, de Cueto, de Fuentes y sigue la lista …
Me acaba de pasar con La catedral del mar. Novela que estuve buscando por todo Lima pero estaba agotada, hasta que un buen amigo me la prestó. 670 páginas leídas en cuatro días. Es cierto que las vacaciones son mi gran aliado para acometer este tipo de empacho literario, pero qué le vamos a hacer. A pesar de que la novela tiene unas pinceladas de Los pilares de la Tierra de Ken Follet, la novela del autor catalán Ildefonso Falcones tiene su propia personalidad. No voy a decir más. Siempre he pensado que la crítica literaria (artística en general) es tan subjetiva que juzgar un libro es tan personal como que te gusten los espárragos o no.
Lo más importante de esta lectura es que después de haber pasado por una etapa en la que no me provocaba leer, o que había dejado varios libros a medias porque “no me enganchaban” ha logrado que recupere mi fe literaria que había caído en una etapa de latencia, como dije al principio. Ojo, en realidad debería decir fe lectora: fe en mí misma, no en los maravillosos autores cuya capacidad creativa nunca dejarán de sorprenderme, esa fe nunca la he perdido.
Es cierto, eso no ocurre con todos los libros. Hay solo algunos que (en mi caso) logran hacerme sentir esa sensación. Me pasó por ejemplo con La sombra del viento hace un par de años, con El vuelo de la reina, con Amores que matan, con El nombre de la rosa, con Soldado de Salamina, con La tregua, El túnel, Caronte aguarda, La tabla de Flandes, entre muchos otros. Me pasa con los textos de la Montero, algunos de Vargas Llosa, algunos de García Márquez, algunos de Iwasaki, de Cueto, de Fuentes y sigue la lista …
Me acaba de pasar con La catedral del mar. Novela que estuve buscando por todo Lima pero estaba agotada, hasta que un buen amigo me la prestó. 670 páginas leídas en cuatro días. Es cierto que las vacaciones son mi gran aliado para acometer este tipo de empacho literario, pero qué le vamos a hacer. A pesar de que la novela tiene unas pinceladas de Los pilares de la Tierra de Ken Follet, la novela del autor catalán Ildefonso Falcones tiene su propia personalidad. No voy a decir más. Siempre he pensado que la crítica literaria (artística en general) es tan subjetiva que juzgar un libro es tan personal como que te gusten los espárragos o no.
Lo más importante de esta lectura es que después de haber pasado por una etapa en la que no me provocaba leer, o que había dejado varios libros a medias porque “no me enganchaban” ha logrado que recupere mi fe literaria que había caído en una etapa de latencia, como dije al principio. Ojo, en realidad debería decir fe lectora: fe en mí misma, no en los maravillosos autores cuya capacidad creativa nunca dejarán de sorprenderme, esa fe nunca la he perdido.
2 comentarios:
¡Hola! Me pasó lo mismo hace poco, volví a leer vorazmente y ando en eso todavía. Estoy totalmente de acuerdo con lo de la fe. Bueno, te sigo leyendo. Bye.
670 paginas en cuatro dias!!! Madre mia! Y yo que pense que leerme Harry Potter 7 en una semana habia sido meritorio...
Y a Baricco lo has leido alguna vez?
Publicar un comentario